Game Over
No he actualizado porque ando muy enferma de la gripa, además... anímicamente estoy que me lleva la chingada, y referente a eso pongo algo que escribí (perdón que deshabilite los comentarios):
Game Over
Ni siquiera un gracias merezco, sólo una humillación tan no merecida que es absurda y una rabia que dentro de mi implora arrancar vidas, que parece querer forzosamente sangre, estrangular la carne moribunda, envenenar tantas almas como para que el veneno en la mía sea insignificante.
Ni siquiera dignidad merezco, me has dejado pisoteado, creo que ni siquiera lo pensaste, simplemente quisiste matar a la molesta mosca que zumbaba alrededor de tus oídos, no mirando quien pudo ser la víctima ahora muerta.
Ni siquiera una sonrisa sincera, ni siquiera un perdón, porque no soy suficientemente bueno y digno, porque no valgo, porque ni siquiera supiste que era yo quien zumbaba en tus oídos, ni siquiera un momento para explicarte merecí, ni siquiera tuve oportunidad de defenderme.
Mandaste a tu emisario, porque no tienes suficiente fuerza para hacer las cosas por ti mismo, y tu enviado me acorraló, fui un débil conejito que entre sus fauces nada pudo hacer, y me desencajé, no supe de mi, y lloré, lloré como hace mucho no lo hacía, como un niño pequeño que ha perdido algo muy valioso, yo perdí la poca fe que tenía en el amor.
Mis palabras temblaban y tú estabas inmutable, no desmentiste lo que yo quería que me aseguraras era una mentira, no pude decirte todo lo que yo hubiese querido, pero la verdad no te importaba y tu tiempo es muy valioso; mi corazón se moría, la sangre brotaba por mi boca y lo único que te pudo preocupar es que no manchara tus zapatos. Te mostraste soberbio y en ese momento caí en cuenta que me enamoré de una imagen en mi cabeza, no del sujeto que frente a mi parecía ni siquiera parpadear, parecía un muñeco sin corazón y sin alma, que mi agonía le era indiferente.
Armaste un escenario perfecto para tú quedar como el bueno de esta historia y yo ser un vil delincuente, al que tienen que seguir, al que le arrancan de tajo la dignidad, al que matan con flashes de cámara fotográfica y preguntas atroces sin oportunidad de decir algo a mi favor.
Tan poca cosa soy que antes no pudiste verme, o sentirme, y porque veo lo débil que eres, es mejor para ti dar por olvidado este asunto, cuando yo no puedo hacer lo mismo, dentro de mi alma ahora contengo una furia gigantesca.
La obscuridad rodea mis pensamientos, y pienso en ella cada día más intensamente. Por ti y por la vergüenza. Por ti y porque ya no me queda nada entre las manos, lo único que tenía era un flor para entregarte que me haz arrancando y tirado a la basura.
Porque me duele pensar que después de la forma tan infantil e imbécil en como actuaste, a pesar de eso, seguiré viendo en ti a ese sujeto que yo he tachado de perfecto.
La obscuridad rodea mis pensamientos, pero temo al dolor físico, temo al sufrimiento previo.
Me encuentro sin saber de mi, físicamente me estoy muriendo pero nada comparado con el sopor que inunda mi alma, la tristeza, la desilusión, la humillación y saber que esa imagen inmaculada en mi cabeza se desmoronó ante mis ojos, que se vino abajo, se derrumbó con tal rimbombancia que tratar de reconstruirla es en vano.
Caíste por partes ante mis ojos, con tal violencia que no pude evitar llorar, no eras lo que siempre creí que eras, pero ahora sé que sólo eras lo que yo quería que fueses.
Y sin embargo, aunque no te importe, te perdono, te perdono todo el daño irreparable que me hiciste, ahora mismo sigo tratando en vano de limpiar con un poco de gasa las heridas que aun chorrean de sangre. Te perdono a pesar de que cuando yo te pedí perdón por hacer lo único que podía; demostrarte que te amo, tú no aceptaste mi disculpa. Te perdono porque te amo, porque juré ante el mundo amarte hasta el final de mis días. Te perdono porque eres débil, un cobarde, y comprendo que no seas capaz de mostrar más entereza. Te perdono porque por ti he sacrificado mi vida entera y eso sigue teniendo validez para mí. Te perdono a pesar de todo, a pesar de que no quieras saber mis motivos (pues tan insignificantes son...), aunque no te importe, aunque yo siga siendo una molesta mosca zumbando cerca de tus oídos, aunque sigo sin valer, yo sí puedo perdonarte por dejarme tan mal herido.